Ambeintada en una isla, la selva brasileña fue una de las locaciones de 31 minutos, la película. Un lugar lleno de serpientes, lo que obligó a incorporar a tres personas a "controlar" su presencia. Peirano recuerda que "los ponía por obligación la producción brasileña. Parece que es algo estándar en Brasil cuando filmas en lugares selváticos, que al parecer están infestados de reptiles venenosos. Nosostros no vimos ni un pirigüín, pero cada mañana antes de la filmación se paseaban estas personas con palos especiales, sacos y trajes especiales".
El director agrega que "las escenas en la playa de Río las hicimos en una playa nudista. Al principio era extraño, pero rápidamente nos acostumbramos al exhibicionismo de los brasileños".
La historia incluye una terrible tormenta que sorprende a los personajes en el océano. "La tormenta la fabricamos nosotros en Aguas Claras (Brasil), unas piscinas abandonadas cerca del aeropuerto. Eran litros y litros de agua lanzados desde toboganes hacia el yate donde estábamos con nuestros títeres. Como además tenía que ser de noche, la empapada era gélida y tuvimos que hacer turnos de titiriteros para que se secaran unos mientras se mojaban los otros", explica.
A propósito de la embarcación en que viajan Tulio Triviño y compañía, se trató precisamente de un yate, "que fue cortado y refaccionado para convertirse en escenografía. Para el resto de las escenas, el supuesto mismo yate en realidad tiene dos versiones más: una "miniatura" enorme y una más pequeña exactamente igual para otros planos".
Muchas tomas fueron realizadas con fondos azules, para las animaciones digitales que se agregarían en la posproducción, en España- "Las escenas que involucraban muchos elementos que serían añadidos después, es difícil imaginárselas y todo el mundo andaba medio desorientado", cuenta Peirano, que también recuerda como difíciles las tomas "que involucraban una gran cantidad de títeres, es decir de actores".