Sal de ahí
Sal de ahí | ||
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Artista | Ases Falsos | |
Ediciones | — | |
Año | 2015 | |
Estreno en vivo | 19 de febrero de 2016, Santiago | |
Duración | 3:10 | |
Compuesta por | — | |
Letras | — | |
Cantada por | Cristóbal Briceño |
Sal de ahí es una canción de Ases Falsos, estrenada en febrero de 2016.
Letra
No se trata de que yo no quiera representación... es otra cosa. Puede parecer lo mismo pero no lo es. Pues tiene que ver con querer algo: yo quiero no ser representado. Y lo quiero con cerebro, vientre y corazón. ¡Sal de ahí! es mi recomendación. Hay otro aire para ti, te digo nomás... Pensaré en la reforma cuando el reformista no sea pura deformidad... ¡Vives con las patas sucias metidas en el mismo agua que después ofrecerás! ¡Sal de ahí!, es mi recomendación hay otro aire para ti te digo no más ¡Sal de ahí! me fui sin mirar atrás decreto mi propia ley y la voy a respetar
Referencias
En un artículo de Paniko.cl, Briceño relata acerca del origen de la canción y su temática.[1]
«El otro día me salió un temita juguetón, entretenido a cagar, lo único que quería era llegar al ensayo para mostrárselo a la banda porque estos hueones están haciendo maravillas. Traje el temita, que yo pienso que es el que tiene más gancho del próximo disco, se llama Sal de ahí y es resbaloso, húmedo, escurridizo, bueno pa'l hueveo, cortito, rapidito. Perfectamente pude haberle puesto una letra de algún desliz amoroso medio The Smiths (tararea The Boy with the Thorn in His Side), algo del corazón, pero no, tenía que hacerlo sobre el derecho a no votar, sobre lo decente que es no votar y que no por eso eres menos comprometido. ¡Mira las hueás!». Briceño es su propia carne de cañón y su conspirador. «Tiré por el water un tema que podría ser fresco, veraniego. Trato de hacerlo con habilidad también, para no ser un plomo culiao, ni un chupete de fierro, ni un collar de melones. Aunque piense que Sal de ahí podría pegar mucho más con otra letra, dejarla como está va a hacerme sentir contento, completo, voy a escuchar el temita y voy a decir ‘eso no estuvo tan mal’. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo».
En la página de facebook que la banda mantiene[2], Cristóbal publicó el siguiente soliloquio, respecto a un gazapo a la hora de componer la canción:
Ayer en la firma de discos un muchacho me preguntaba por qué había cambiado la letra de “Sal de ahí”. Le dije que antes de grabar las voces siempre le pegaba una última revisada a las letras para hacer las correcciones necesarias. Por ejemplo, cambié “creeré en la reforma” por “pensaré en la reforma”, pues se ajustaba mucho mejor a lo que quería decir (no ahondaré ahora en el tema de la fe y la lógica).
El muchacho me hizo ver otro cambio, que a él le parecía equivocado de mi parte, es en la parte donde antes cantaba “vives con las patas sucias metidas en la misma / agua que después ofrecerás” y que a último minuto cambié por “el mismo agua”.
Le dije que lo había hecho porque me pareció lo correcto, pues es “el agua” no “la agua”, pero que a los pocos días me había arrepentido y le había dicho al equipo de grabación que quería cambiarlo, lo que fue imposible porque el micrófono con el que había grabado era muy especial y no había manera de conseguirlo fuera del estudio.
No soy lingüista ni mucho menos, y parece ser que efectivamente se debe cantar “la misma agua”, pues el sustantivo es femenino (cosa que se hace notoria cuando decimos “mucha agua”, jamás se nos ocurriría decir “mucho agua”) y si decimos “el agua” y no “la agua” es solo porque agua empieza con A acentuada. Sin embargo, cuando me arrepentí no fue por motivos técnicos sino porque sentí inesperadamente una noche llegando a mi casa que el agua tiene espíritu femenino, por su flujo, su sonido, su transparencia (hace poco Bjork decía que las mujeres son el pegamento, y que lo que hacían era invisible, lo que me pareció muy bonito, porque me pareció verdadero), y obviamente por su función vital en los sistemas del planeta.
La misma forma de la palabra Agua se nos presenta muy femenina, lo más evidente es que empieza y termina en A. Pero es curioso que haya otra palabra tan similar, como es Arma, que no se nos presenta tan femenina y dónde se justifica mejor lo de “el” arma. ¿Será por esa contracción que tiene al medio la palabra agua, con la vocal cerrada U que se abre en A, lo que la hace tanto más femenina que la áspera palabra arma? ¿O habrá motivos más oscuros, profundos y verdaderos?
Para bien y para mal, los anglosajones no tienen que lidiar con tantos remordimientos, para ellos es “the water” y fin del asunto. Qué le vamos a hacer, tomemos nuestra hermosa y retorcida lengua como una oportunidad (¿qué dirá el mapudungún al respecto?).
Esto nos deja inevitablemente en las vicisitudes del presente. Del “amigxs” pasamos al “amig@s”, luego al “amigues” y ya vamos en “amig-s”… Es fácil comprenderlo, cada uno está tratando de quedar bien consigo mismo, o eso quiero creer, y ojalá no sea tratar de quedar bien con los demás, que como bien lo dice la palabra misma, está de más.
Vamos atravesando este barrio policial en el que se ha transformado nuestra época, la era del botón, de la frigidez vigilante, y cada uno hace lo que puede. Lo único cierto al respecto es eso de que “el uso es señor absoluto de las lenguas”. Las palabras se imponen o no, es como todo en la naturaleza. Así fue como agora, vagamundo o murciégalo (ratón ciego) acabaron cediendo a ahora, vagabundo y murciélago. Y hay otros muchos ejemplos más cercanos al tema que hoy trato, como la bella palabra “analfabeta” que se volvió “analfabeto” por motivos, es justo decirlo, patriarcales. Porque yo no descreo de lo patriarcal, ojo. Así como no descreo de los fantasmas, pero no los ando viendo en todos lados. Pero para qué vamos a meternos, de nuevo y a estas horas de la mañana sin haber siquiera almorzado, en camisa de once varas.
Entonces, hasta que el uso no se imponga, todas nuestras horribles improvisaciones léxicas seguirán siendo correctas, que es lo mismo que decir que son todas incorrectas. Estamos buscando una nueva manera. Yo aún no encuentro la mía, y creo que tampoco me he esforzado mucho en buscarla. Por mientras me encuentro ocupado en luchas más pequeñas y viscerales, ya llegará el momento de pulir la superficie. Y porque en este último tiempo me he tenido que especializar en hacer de tripas corazón es que me tomo a bien el error en “Sal de ahí”, digo, eso de “el mismo agua”. Por un lado, me gusta mezclar los géneros en una suerte de rito matrimonial (palabra que viene de madre, que a diferencia de patrimonio (que tiene que ver con la herencia), se refiere a la unión, y vuelvo a pensar en eso de que la mujer es el pegamento). Por eso es tan rica la abismal e insalvable separación entre femenino y masculino, pues es esa distinción la que permite la mezcla, y el juego de diversas graduaciones e intensidades, más o menos demoníacas, todas ellas valiosas y disfrutables.
Lo otro que rescato de haberlo grabado así es que me hará recordar el error y sentir ese tan saludable sentimiento original que es la vergüenza, y no hacer como los necios que le cambian el nombre a la avenida 11 de Septiembre por Nueva Providencia, siendo que era tan positivo que una de las calles comerciales más concurridas del país llevase por nombre la fecha infame de la gran vergüenza, y que no se les pueda olvidar a nuestros hijos (que estas tragedias nacionales se olvidan, es un hecho).
En fin. Para el infaltable que dirá que el espacio y ocio para desarrollar estos pensamientos me los proporciona el patriarcado y el patrocinio de mi escroto, le cuento que no hay lugar ni momento para pensar, y que a veces la rutina (como en el caso de mi mañana lo ha sido el fregar platos) es la mejor compañera de la santa divagación.